La Capilla Musical del Santo Entierro: antecedente y evolución

 

         Los orígenes más remotos de la actual capilla musical de la Hermandad del Santo Sepulcro están relacionados con el acompañamiento musical, como complemento litúrgico, de las celebraciones religiosas que acontecía en la Parroquia Mayor de Aguilar durante las primeras décadas del siglo XVI.

 

         En el archivo de este templo hemos hallado los datos o noticias más remotas sobre la existencia de una capilla musical dirigida por el maestro organista y compuesta por varios muchachos. Concretamente fue el organista Francisco de Soto quién en 1554 cobraba dos cahizes de trigo y siete mil maravedís por tocar el órgano del templo y enseñar a cantar a los muchachos que servían la iglesia[1].

 

                …que se le descarguen cincuenta y seis reales que pagan a Diego de los Reyes, Maestro de Música, por acudir el aludido con su capilla a cantar en el entierro de Cristo  el Viernes Santo y mañana de Resurrección[2].

 

         Desde la fundación de la cofradía de la Soledad y Angustias de Nuestra Señora, en torno al año 1583, la procesión de Viernes Santo por la noche ha contado con la presencia de la capilla de música de la Parroquia que se contrataba para acompañar al Santo Entierro de Cristo. Así lo corroboran las cuentas que presentaba anualmente la cofradía:

 

A esta capilla se le denominó también, cuando se acompañaba con instrumentos musicales, como Ministriles. Y con este nombre subsistieron participando en las procesiones de Semana Santa y Corpus durante los siglos siguientes. Probablemente en el transcurso del siglo XIX, y por uno de los maestros organistas de la Parroquia se compuso el tradicional Miserere del Santo Entierro de Aguilar.    

 

Durante el primer tercio del siglo XX aún reflejan las cuentas de la Hermandad del Santo Sepulcro la cuantía económica que se dedicaba para concertar la asistencia de la capilla de la Parroquia a la procesión del Viernes Santo. Hasta esos años dicha capilla participaba también en otras procesiones penitenciales como la de Jesús Nazareno, dedicándose en exclusividad al Santo Entierro desde mediada la centuria.

 

   Fue en las décadas centrales del siglo XX cuando se produce el hecho que marcó el devenir histórico de la actual  capilla musical como parte indisoluble de la Hermandad y procesión del Entierro de Cristo. Fiel a esa tradición la Hermandad ha cuidado y apoyado la existencia de la capilla como un elemento fundamental de la procesión,  y esencia de los componentes tradicionales de la misma.

 

 

 

    A la Hermandad del Santo Sepulcro se debe, pues, el haber preservado para las generaciones futuras la tradición musical más primitiva y antigua de Aguilar y su Semana Santa, la Capilla y Miserere de Santo Entierro. 

 

                Sin embargo, es en estas últimas dos décadas  cuando se está experimentando el mayor apogeo de esta Capilla, que está sufriendo una importante transformación tanto en el número de sus componentes (doce voces masculinas y una orquesta de siete músicos), como en las composiciones religiosas a interpretar.

 

 

 

      Gracias a los profesores de  música   Don Antonio Sánchez Castro y Don Fernando Chicano Martínez,  la capilla se ha visto enriquecida con obras y composiciones religiosas que han sido interpretadas, no solo en la Función Principal de la Hermandad, si no también en el Auto Sacramental del Descendimiento y durante el recorrido de la Procesión del Viernes Santo.

     A estas obras hay que sumar el “Miserere de Aguilar”, obra  sinfónica  compuesta por el Insigne músico Don Tomas Marco Aragón.

 

         Y es sobre todo gracias al grupo de personas que componen la capilla que de manera altruista con  esfuerzo y dedicación dedican parte de su tiempo para mantener y aumentar este patrimonio musical, único y tradicional que distingue a  la  Semana Santa de Aguilar.

 

   Patrimonio que sigue aumentando con nuevas composiciones de Misereres que están aportando músicos actuales.